Monday, October 08, 2007

José Ruiz Mercado

PRESENTACIÓN DEL NÚMERO ONCE DE LA RUEDA

El homenaje es otra manera de reconocerse. Esta edición de LA RUEDA es un homenaje, digámoslo, reconocimiento a la obra de dos autores claves. Uno en la poesía. Otro en la plástica. Además, de un trabajo ensayístico, el cual nos acerca, de manera anecdótica a la obra poco estudiada de un personaje clave para la cultura nacional.
Esto nos permite ubicarnos en aportación al estudio, análisis, de una parte de la cultura nacional. El trabajo editorial se mide en las aportaciones. Nos permite ubicarnos en nuestro contexto social. Cuando un artículo, una nota, un poema, un cuento nos lleva a la reflexión, el espacio en el cual es editado ya tiene un sitio en la historia. Esto lo dije hace poco en otro espacio. Hoy lo confirmo.
La tarea editorial no sólo es un proceso comunicativo. También es un ejercicio educativo. Y así como el profesor fue educado, por lo tanto refleja su estándar educacional, así también, el editor, los editores de una revista, reflejan su educación.
Un ejercicio fundamentado en un solo principio: El Conocimiento ni es acumulativo ni es individual. Es una práctica social. En Filosofía de la Praxis, Adolfo Sánchez Vázquez, nos ofrece una visión clara sobre la creación artística: El objeto no es mera expresión del sujeto; es una nueva realidad que lo rebasa.
[1] El proceso del trabajo, por lo tanto, requiere de una práctica teórica.
En la época de la informática, quien se encierra en la erudición, en el trabajo aislado, en la búsqueda de la nota excelente, el mecanicismo de la guarda documental; se queda en la joya decimonónica atemporal por no participar en el proceso histórico de su propia comunidad. Quien no lo hace se convierte en reproductor pasivo.
El ejercicio de coparticipación académica ha tenido aceptación. No completa. Los cambios siempre ofrecen miedos. Alumnos cuya familia se regodean en el cierre al cambio. Alumnos cuya familia continua pensando en la relación escuela/ guardería. Administrativos con mentalidad de reloj checador, ha sido, entre otros, los impedimentos ideológicos para que este ejercicio no crezca.
Sin embargo ¿Cuándo el pastel ha sido para todos? ¿ Cuándo dejamos de opinar le dejamos a otro la posibilidad de decidir? ¿El conocimiento se hace repitiéndolo o participando al cuestionarlo? Las interrogantes son muchas. La verdad ¿Qué es la verdad?
Cuando una publicación refleja esta necesidad de conocimiento, se convierte en un objeto social digno de representar a un grupo. Un objeto individual vuelto colectivo. En este número 11 de LA RUEDA, dirigida por Sergio Fong, observamos esta disposición a convertirse en un objeto coleccionable.
Esto hace la cualidad de una revista. Su función social. Sea oficial o independiente, o como se dijo en algún momento: marginal. Las revistas son documentos para la historia. No exclusivamente literarios, o de otro género. En pocas palabras, las revistas se convierten en instrumentos para la sociología.
Una revista es un espacio social. Representan la visión del mundo de un grupo. De aquí la finalidad, digámoslo con mayor precisión: Lo esencialmente sígnico de las mismas. Por lo tanto, el posicionamiento de un grupo específico y su influencia en la sociedad en su conjunto. Como lo diría Gramsci: su hegemonía. Sí se
continua con la ausencia de lectores, sea cual sea la cuna de los mismos, sea cual sea la razón de su ausencia, será muy difícil ejercer la primera función de una revista: el ser leída.
Un momento de reflexión en donde los partícipes se ven beneficiados, o no, dependiendo de los sectores de la población a los cuales está dedicada la emisión. En el terreno de la sociología, su función es la de analizar los por qué y los como, esa labor editorial tenga los alcances.
Aquí entramos a la problemática misma de los alcances de la sociología. Pierre Bourdieu, nos ofrece un concepto, el de capital cultural, en donde, junto al capital económico, se convierten en un espacio del poder político. Introduce en el mapa de las categorías de la sociedad contemporánea, el de capital cultural, el cual, mediante la herencia familiar, establece una capacidad de decisión y poder crecientes en las instancias estatales y de gobierno. Las revistas independientes no les corresponde la obligatoriedad de hacer una función del estado, sino al contrario, darle la pauta para que ejerzan su hacer cotidiano.
Bourdieu escribió: La sociología es una ciencia que incomoda porque, como toda ciencia, devela cosas ocultas, y que, en este caso, se trata de cosas que ciertos individuos o ciertos grupos prefieren esconder o esconderse porque ellas perturban sus convicciones o sus intereses.
En el terreno de las revistas, lo esencial de estas, radica en convertirse en voceras de un grupo, por lo tanto, en una visión del mundo particular del mismo ¿Qué tanto tiene influencia en los sectores de la entelequia popular? Es el reto de cada una. Este reto va en comunión con los editores responsables, quienes ahí publican. Por lo tanto con la distribución, ese público, el cual, no debe de ser extraño, sino confidente y partícipe.
Bourdieu hace una afirmación contundente, ejemplo que va a las esferas de la política, pero que bien tiene la aptitud de las revistas. Él dice: La sociología establece que los altos funcionarios provienen en proporciones muy importantes de los medios más privilegiados y, particularmente, de la muy alta función pública: pone en duda uno de los fundamentos principales de la legitimidad del Estado, es decir, la ilusión de la selección democrática de su personal.
[2]
En este número 11 de LA RUEDA, ya lo dije líneas atrás, es un redescubrimiento a tres autores nacidos a la luz de los medios comunicativos en la misma etapa. En la plástica, la obra de Miguel Ángel López Medina, de quien conocimos sus participaciones primas, y luego lo hemos visto crecer hasta lo que hoy nos muestra en este número.
Desde los tiempos de su pertenencia al grupo Ollinka
[3], cuyos miembros han circulado al paso de los años, cuya muestra de este paseo lo tendremos a partir del viernes 12 de octubre de 2007, en el Centro Cultural Mixcoacalli (Contreras Medellín 276), con otro de sus miembros: Agustín Galindo Aguayo. Grupo emergente nacido en los corredores de la Escuela de Artes Plásticas de la UdG, cuando los principales docentes de la misma eran pintores: Francisco Rodríguez Caracalla, Jorge Navarro, entre otros.
En la poesía nos topamos con Enrique Macias Loza (Tuxpan 1951/ 2006), cuya obra fue objeto de reconocimientos y publicaciones diversas. Quizá hoy día pocos recuerdan AVANZADA, una de las muchas publicadas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UdG en 1978/ 1979, en donde aparecieron dibujos de Humberto Ortiz, también recientemente fallecido..
Eduardo Langagne, en el libro Premio Nacional de Poesía Joven de México, Treinta años, editado por el Fondo Editorial Tierra Adentro, el 2004, hace una excelente relación del premio y sus premiados. El certamen fue lanzado en 1975 bajo el nombre Premio de Poesía Joven de México Francisco González de León, que homenajeaba así al poeta de Lagos de Moreno autor del memorable libro Campanas de la tarde, editado en 1922. Este libro fue reeditado por el Departamento de Bellas Artes del Estado de Jalisco, por esos tiempos del premio.
El premio cambió de nombre, de sede y en su convocatoria. A partir de 1982 se trasladó a esta ciudad, y de poeta homenajeado. A partir de dicho año se llamó Elías Nandino. Fue en 1978 cuando Enrique Macías gana el primer lugar.
[4] Los jurados fueron Hugo Gutiérrez Vega, David Huerta y Elena Jordana.
El segundo lugar lo obtuvo Rafael Torres Sánchez, quien también aparece en este ejemplar de AVANZADA, anunciando su nuevo libro: entre la ¿ y el ¡. Varias menciones, una de ellas para Raúl Bañuelos, quien también aparece en este número. Las revistas como capital social.
El homenaje aparece desde la primera página en este número 11 de LA RUEDA con un poema de Adriana Leal, oriunda de esta ciudad de Guadalajara porque la poesía seguirá aquí. Ya en las páginas 9 a la 12 leemos el poema a Antonin Artaud, que en alguna ocasión le escuchamos leer en una de tantas veladas literarias.
La obra de Ramón Gil Olivo, incluyendo sus libros ensayísticos con el tema del cine, son poco conocidos. Nos muestran una profundidad en el manejo de contenidos. Para los interesados en el cine, una invitación a la lectura de estos libros.
En este número 11 de LA RUEDA, leeremos además un cuento de Enoé Erendira
[5], directora fundadora de LA RUEDA, a Marta Sanz, a Dora Moro, Margarita Salazar, Gabriela Godoy, Mario Gamero, Juan Fragoza, Arturo Muñoz Torres, Eugenio Partida, fotografías de Felipe de Jesús Hernández Antuñano, a Javier Ramírez con su acercamiento a la obra de Miguel Ángel López Medina, además de los ya citados.
En este número 11 de LA RUEDA, entramos a un homenaje a la lectura.



* Texto de la presentación del número 11 de LA RUEDA, leído el pasado 4 de octubre de 2007 en el espacio EL CANTON DE LA RUEDA, en el Andador Coronilla 32, Zona Centro, de la ciudad de Guadalajara, Jalisco, México.

· Editor de varias publicaciones: COLERA, FOLLETO, TEATRANZA, VILLETTE, entre otras. Ha colaborado en varias publicaciones, tanto nacionales como locales. En estas últimas se cuentan, entre otras, CASIOPEA, VA DE NUEZ, OVEROL, ALTERNAPALABRA.
· Ha publicado varios libros de teatro, ensayo y novela.
· Colaborado en los diarios: El OCCIDENTAL, SEMANARIO DIEZ, EL JALISCIENSE, así como en el programa radiofónico DOMINIO PUBLICO, del canal 1440 de AM

[1] Filosofía de la Praxis es uno de los libros clásicos de Adolfo Sánchez Vázquez, reeditado por Siglo XXI en el 2003 con un excelente estudio prologo de Francisco José Martínez, catedrático de la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Madrid. Una verdadera joya de la literatura marxista de filosofía
En este apartado (página 327) Sánchez Vázquez escribe una crítica severa al idealismo filosófico, principalmente a Kant y sus seguidores, cuando dice: Yerran las estéticas psicológicas o sociológicas que hacen de la obra de arte una mera expresión de las ideas, sentimientos o experiencias personales o sociales que el artista aspira a comunicar, pues esos productos de la conciencia tienen que ser formados –objetivados- y, al serlo, ya no están en la obra de arte como existían antes de su formación.
[2] Pierre Bourdieu en el libro Capital cultural, escuela y espacio social, publicado por Siglo XXI editores, el año del 2003. Dice Bourdieu en este libro: No se hace sociología para tener el placer de sufrir con los que sufren. Habría que tener el coraje de decir no a todo eso.
[3] Adolfo Sánchez Vázquez, en el libro ya citado nos comenta sobre la tarea del artista: formar en un doble sentido: Dar forma a un contenido, pero en un proceso formativo que sólo se cumple, a su vez, transformando una materia... Como proceso práctico, la creación artística tiene principio y fin. Al comienzo, es sólo una forma o proyecto inicial, y una materia, dispuesta a ser operada.
[4] En la página 50 a la 52 aparece este muestreo de Enrique Macias Loza. La Última Carta, en un fragmento, nos dice: Mi vida era un barco ebrio clandestino/ de popa a proa/ que se estrellaba contra los imposibles/ de las banquetas/ de tus castos senos.
Hablar de clandestino, para los años setenta fue una palabra políticamente manejada por las circunstancias sociales en las cuales vivía el país. Fueron años en donde este concepto fue manejado en diferentes poesías y por diferentes poetas, quienes así mostraron su descontento social, y no necesariamente de filiación política. Una figura recurrente fue el clandestinaje amoroso.
El manejo del lenguaje, así como, la obra misma de los autores de esta época (como muchos otros temas de esta época, no ha sido, a la fecha, estudiada) es rica en este tipo de figuras de dicción.
[5] Enoé Erendira nación en Tepic, Nayarit (1961/ 2006) En 1994 publicó en ALIMAÑA DRUNK, Ellos tienen nombre. Su nombre completo es Enoé Erendira Zárate Rendón. En Flor de poesía en Guadalajara editado por el Ayuntamiento de Guadalajara (1986/ 1988) en marzo de 1988; páginas 315/ 320, parte de su obra. Leemos en uno de sus poemas: Este amor/ anidará siempre en el silencio/ porque es clandestino. Y en Ellos... Todos nos vamos derecho al olvido/ sin libertad y sin cárcel/ vacíos ciudadanos del acto/ somos la triste parte del ser/ el lado oscuro del canto y el vuelo del hombre.
Cierra esta edición de Ellos.. Terminé de tejer/ las letras de tu nombre, / llegaste a mí, /viajero del amor.

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